• Lanzamiento de El Universo menos el sol
  • 29 de abril de 2010 / salón Rojo de la Piedra Feliz
  • Lectura en Balmaceda 1215

miércoles, 21 de abril de 2010

Leer E-Book de adelanto

Acá el E-Book de adelanto del libro

eBook El Universo Menos El Sol
[ sigue leyendo ]

Entrevista a Sergio Madrid por Ernesto Gonzalez Barnert en Letras.S5

 
Sergio Madrid Siefeld

 
Por Ernesto González Barnert



Sergio Madrid Siefeld (Iquique, 1967) Nos ha dado al oído una poesía remada del propio sentir y razonar, clara, estampada de esa Atenas que es para nosotros Valparaíso (en contraposición a la Esparta Santiago). Consciente de que escribir es resaltar la ola sin perder noción del mar, de que escribir hoy en día es también un dar cuenta de nuestra conciencia personal. Evidentemente en retroceso. Negada, asechada, golpeada por el ruido de fondo, la distracción y los asuntos de interés público, la uniformidad y nivelación hacia abajo del democratismo imperante. Convengamos en la imagen de un Faro a la hora de resumir su poesía -estos libros que dispongo en orden sobre mi mesa de trabajo-, luz de un reflexivo y perceptivo transcurrir, luz de un intestino quehacer y apreciar. Un faro que nos abriga y recuerda en la intemperie que la poesía es un vivir a la altura de lo extraordinario.



Actual ocupación: Hago clases en el Instituto de Arte de la PUCV


Como definirías tu poesía: No sabría definirla sino como un intento de vivir y/o sobrevivir, de libertad y liberación.

Tu poesía es mezcla de: Razón, porfía y todo tipo de sinrazones.

Tú poesía busca comunicar: ¿Comunicar? Más bien, desenmascarar una época y desenmascararse en ella.

Cuál es tu peor defecto como escritor: La pereza.

Háblanos de tus inicios en la poesía: Mis inicios se remontan a mediados de los ’80 en la Librería Altazor en Viña del Mar, centro de todo tipo de contactos literarios, lo mismo que la camaradería.

Cuáles son tus influencias: Un eje de influencia son los poetas malditos, el Dadá y el surrealismo; otro eje lo conforman los que yo llamo los poetas elegiacos, tales como Hölderlin, Leopardi, Pessoa, Pound, Kavafis y Cernuda; un tercer eje lo conforman la poesía anglosajona de Yeats, Eliot y Auden; un cuarto eje está conformado por un doble sentimiento de rebelión y esperanza, que abarca autores muy diversos como Marx, Debord, los Beats, Led Zeppelin, etc.; agregaría un quinto eje de influencia más reciente, artistas espaciales como Robert Smithson, Richard Long y Matta-Clark, lo mismo que el C.A.D.A y las Yeguas del Apocalipsis (por su hombría).

Cuáles son tus influencias cotidianas: Mis compañeros de trabajo, como Alfonso Iommi, Bruno Cuneo, Virgilio Rodríguez, Guillermo González, Enrique Morales y Francisco Cruz. Otro tipo de influencias son la velocidad de la bicicleta, el viento en el rostro, mi perro (que no es solo mío) y mi mujer.

Tu mejor poema es: Fraternidad (¿?).

Tu peor poema: Juegos Olímpicos (¿?).

Tu mejor libro es: Elegía Para Antes de Levantarse (¿?)

La poesía en Chile es: La institución más importante.

La poesía en Chile no es: Leída.

A la literatura Chilena le sobra: Literatura y farándula.

A la literatura Chilena le falta: Poesía.

Las bibliotecas son: Algunas son oscuras y triviales como los museos, los cines y los cementerios; otras, son luminosas y desordenadas como el taller de un escultor.

El último libro que leíste es: Karl Marx o El Espíritu del Mundo, de Jacques Attali.

El mejor poeta chileno muerto es: Juan Luís Martínez.

El mejor poeta chileno vivo es: Diego Maquieira.

Los diez libros que recomiendas son: La Nueva Novela, de Juan Luís Martínez; La Iliada, de Homero; Iluminaciones, de Rimbaud; Spleen de París, de Charles Baudelaire; La Realidad y El Deseo, de Luis Cernuda; La Sociedad del Espectáculo, de Guy Debord; Walkscapes, de Francesco Careri; Arcano XVII, de André Breton; Otro Tiempo, de Auden; y las Obras Completas de Mafalda.

Quién debería ganar el próximo Premio Nacional de Literatura: En rigor, da lo mismo.

A que le temes: A las alturas y a los piélagos.

Haz un retrato del mapa literario de Valparaíso:

Las calles del centro se podrían llamar Juan Cameron, Ennio Moltedo, Guillermo Rivera o Pablo Araya; Ciertos callejones con escalera y farol podrían llevar los nombres de Claudio Faúndez, Ximena Rivera, Carlos León Jr., Carlos Henrickson y el Diantre; uno de los dos mercados podría llamarse Enrique Moro; todos los cementerios se podrían reunir bajo el nombre de Arturo Rojas; el Cerro Alegre debía tomar el nombre de Claudio Bertoni; el Cerro Los Placeres se puede llamar Virgilio Rodríguez; hay muchos otros cuyos nombres calzan con cada uno de los ascensores, ya sea que bajen o suban; el Faro Puntángeles tendría el nombre de Juan Luís Martínez; la Biblioteca Severin se cambia a Ismael Gavilán; le asignaremos el nombre de Sergio Muñoz al Muelle Barón y el de Gonzalo Gálvez a la Casa Central de la PUCV. Pienso que el nombre de Marcelo Novoa le vendría bien al ex edificio de Correos de Chile. El horizonte de Valparaíso llevaría el nombre de Gregorio Paredes. Y me gustaría que un barco, o en su defecto un bote, llevara mi nombre.



[ sigue leyendo ]

lunes, 19 de abril de 2010

Sobre la obra de Sergio Madrid

El libro EL UNIVERSO MENOS EL SOL reune la trilogía de los libros El universo menos el sol (ed. La linda pelirroja), Elegia para antes de levantarse (Ed. Gobierno regional de valparaíso) y Cadáveres (Cataclismo ediciones). A continuación presentamos una selesccion de textos aparecidos en algunas revistas y medios de interner respecto de la obra de Sergio Madrid.  
la información también pueden encontrarla en el archivo de Letras.s5 de Sergio Madrid






sobre ELEGIA PARA ANTES DE LEVANTARSE


Por Aristóteles España

3 de junio de 2005.



Sergio Madrid Sielfeld (Iquique, 1967), reside en Valparaíso donde es uno de los más importantes poetas de su región y del país. Dotado de una voz interior llena de imágenes renacentistas, publicó recientemente "Elegía para antes de levantarse" (Valparaíso, 2004). Sus prologuistas y amigos apuestan por una voz interior cargada de elementos del romanticismo alemán con guiños a una bohemia ritualmente al lado del Conde de Maldoror; sin embargo, el poeta camina por pasillos de luz, con los demonios del conocimiento y se sumerge en la luz del puerto de Valparaíso lleno de imágenes y caricaturas del horizonte huidobriano.

Su poesía está más cerca del conocimiento que de la sangre, donde animales sonríen, y el cielo no está dispuesto a transar. Los textos de Sergio Madrid están repletos de una urbe agobiante donde las imágenes aúllan en el lenguaje de la melancolía. Pensemos en René Char con su apuesta por el porvenir. De pronto Sergio Madrid aletea los sustantivos para dar paso a la voluntad del lenguaje que se mueve como una nube llena de lluvia.

Una apuesta interior que todo artista debe hacer en algún momento es la que hace este poeta porteño. Su construcción verbal está llena, además, de encierros, abandonos, no hay árboles ni calles en la voluntad del poema. Trabaja con las distancias, con los diccionarios que siempre acosan, y con el humo de los cigarrillos en los días del silencio, con poemas que quieren ser eso: silencios, significados, mínimos espacios donde el verbo es una casa que sube hacia habitaciones cerradas.

Poesía de los espacios secretos, de la nimiedad con forma de orejas es la que construye desde Valparaíso, Sergio Madrid.

En los tiempos actuales sus versos huelen a melancolía por lo que pudo ser. "Yo provengo de una época infeliz, dice, donde la muerte se paseaba como una persona anónima en las calles de nuestras urbes". El poeta está intranquilo, como todos los poetas del mundo actual, por los días venideros, sobre todo, donde el lenguaje de los vates "es oro falso", "jardines con abono de cadáveres".

Este libro dotado de habitaciones y ventanas por el mundo que sueña, tiene la intensidad de los románticos alemanes. Augurios, pensamientos al lado de un mar metafísico; gatos que ronronean en sus versos mientras el poeta habla de jardines mustios en un tiempo que no existe.

Finalmente, se despide de los sustantivos que lo invaden , juega con el mes de octubre, el aromo del sol, y en el paisaje con iglesias y cerros del puerto que lo cobijó con el alquitrán de las noches porteñas y las sombras de esa urbe llena de recuerdos y olas.


Fuente: www.letras.s5.com



sobre CADÁVERES

Sergio Madrid, ediciones Cataclismo, Valparaíso, 2007.

POR LUIS RIFFO



aparecido en: El Mercurio de Valparaíso



Éste es el tercer libro que Ediciones Cataclismo ha lanzado desde su reciente creación. Antes ha aparecido Una noche sucede en el paisaje, de Ximena Rivera, y Escribí estos versos de espalda, de Pablo Maire. Con su inusual formato de hoja tamaño oficio y portada de riguroso fondo negro, la propuesta del editor y poeta Claudio Faúndez apunta a hacer visibles las escrituras sumergidas del Puerto, aquellas que aparecen de vez en cuando en alguna antología o en lecturas de bar y luego vuelven a desaparecer como una borrachera extática y efímera. En ese sentido, Cataclismo se emparenta con los esfuerzos que están realizando, cada cual desde su propia perspectiva, las editoriales Fuga, Puerto de Escape y La Cáfila.

Sergio Madrid (1967) ha publicado desde los ochenta tres volúmenes, ha sido incluido en ediciones colectivas como La retaguardia de la Vanguardia (1992) y es el primero de los poetas seleccionados en la antología de poetas porteños El mapa no es el territorio, de Ismael Gavilán (editorial Fuga, 2007). Allí es el mayor de los antologados y marca de alguna manera una especie de hipotético hito que separa a los poetas de los noventa y novísimos de la generación previa, la post-87 (que también ha sido denominada generación muerta, NN o, según Madrid, escindida). Sin pretender teorizar respecto de una supuesta identidad generacional, se puede afirmar que un aspecto que diferencia a Madrid del resto de los poetas presentes en la antología es la presencia en sus textos de elementos de la contingencia, su actitud crítica frente a las estructuras políticas, sociales y económicas de las últimas dos o tres décadas.

Sin que se agote su sentido en esas referencias a la realidad, Cadáveres despliega su temática en torno a una relación conflictiva entre el individuo (el poeta, el ciudadano, el amante) y el mundo (la ciudad, el país, el sistema). Mirada crítica, ácida, sin contemplaciones, que no teme incurrir en la obvia e inquietante analogía entre el cadáver depositado en su ataúd y el dibujo cartográfico de Chile que ilustran la portada del libro.

Declaradamente pesimista (“el autor piensa que el optimismo falsifica el mundo”, afirma en un breve prolegómeno) el hablante de estos poemas asume una suerte de prescindencia y un destino borroso, por cuanto reconoce que las circunstancias actuales no favorecen el arte de la escritura; sin embargo, un resquicio de mínima dignidad puede respirarse en la marginalidad del fracaso: “nos olvidarán después de todo, pero supimos vivir / fuera de este gran negocio de la cultura / corrompidos por el licor, la cocaína, la marihuana / mas no por el dinero, no por la fama, no / por el arribismo empresarial”. El tono desafiante y resentido atraviesa el poemario como signo de anhelos frustrados, pero no atribuibles a un hablante determinado, sino a una circunstancia histórica: “el barco de la historia reventó / y sobre él no venía ningún héroe”.

Estos poemas de largo aliento y de ritmo irregular contienen un malestar que señala las anomalías del mundo, pero manifiestan también una débil creencia en la vida que se le opone, como un rincón en el que la libertad, el amor y la poesía subsisten a duras penas. Frente a la condición cadavérica a la que parecemos condenados en las actuales circunstancias, el poeta imagina: “Lo bello sería morir sin perder la vida, sólo el mundo”.

Fuente : Mercurio de Valparaíso


Cadáveres
Por Enrique Morales


Ediciones Cataclismo, Viña del Mar, 2007


aparecido en:  Revista Pensar y Poetizar del Instituto de Arte de la Pontificia Universidad Católica

de Valparaíso. 2008


El reciente libro de Sergio Madrid es el final de una trilogía encabezada por El Universo menos el Sol y seguida de Elegía para antes de Levantarse. Cadáveres, como los demás libros, parece haber sido escrito en la contingencia de una historia hostil y grosera. Se trata de un conjunto de poemas reunidos en una caja negra que, por voluntad del autor, semejan una letra del mejor rock contra la época. El proyecto romántico parece resucitar en Cadáveres más puro que nunca, en una actitud rockera avant la lettre. Es la estridencia de la voz -sin banda- la que finalmente queda en el saldo rítmico del libro. La escritura parece así concebida desde expresiones carentes de filtros y eufemismos, dirigidas a un lector de oídos siempre jóvenes e inconformistas. Al pan, pan y al vino, vino. Desde la carátula de este pseudo-disco parece rechazarse cualquier camuflaje, ya que la metáfora pasa a ser una afirmación.

Aun el amor -balada que cura momentáneamente la guerra entre el poeta y la historia- es manifestado en un tono beligerante y sentencioso. La fuerza intempestiva del Yo es llevada al extremo, no sólo temáticamente, también lo es en el uso casi sin límites de los pronombres posesivos e indicativos. Queda sostenida entonces la fuerza destructiva de la individualidad como resistencia a la vida y el lenguaje de masas. Como es costumbre desde el primer libro de Sergio Madrid, el Yo se infla y toma fuerza para dirigir sus epítetos contra una modernidad con la que el autor niega en todo momento identificarse, incluso en el trabajo. Se presiente una organización dialéctica cuyos dos términos parecieran estar tejidos en todo el texto: el Yo firme de la poesía, el amor y la libertad; y, por otra, la historia, la muerte y el conformismo, en definitiva, la vida informe de la masa espectacular. Mientras no haya fusión del amor con la vida, el poeta opta, sin importar si eso le acarrea la muerte, por reafirmar los derechos del Yo gozoso. Esta época donde el otro merece demasiadas atenciones discursivas, pero que en el papel de la acción sólo mengua, decide reafirmar la vieja teoría del sí-mismo como constitución del Yo y erigirlo contra toda bajeza histórica.

El autor comienza afirmando muchas cosas que finalmente no sabemos si creer, no porque se trate de un mal chiste, sino porque Sergio Madrid se niega a ser atrapado en la posición fija de toda función. Sin embargo, la inarmonía del mundo alcanza al poeta y su obra. Si estos poemas están construidos en el tono y el color del pesimismo, es porque el optimismo falsifica el mundo. La vida está en otra parte, no en la isla de la historia moderna.

Por último, Madrid especula sobre el poema de amor con el que se debiera terminar todo libro o, quizás, la historia. No se trata del amor en sentido restringido, lo es en el sentido más amplio, el de la fraternidad. Consiste en una hermandad más bien dura que ha nacido de lo que Pierre Naville calificara como "la organización del pesimismo".


Fuente: www.letras.s5.com



 



Sobre Cadáveres de Sergio Madrid,
Por carlos Henrickson
fuente: Revista Contrafuerte


La forma en que se puede entender actualmente una poesía reivindicativa ha tenido todas las mutaciones que han correspondido a la corrosión de la sacralidad de la literatura como expresión privilegiada de las inquietudes (¿corresponderá decir básicas, fundamentales?) del ser humano. El proyecto humanista-ilustrado encuentra su nicho cada vez más cerrado en la útopica y extrema realidad alterna de las vanguardias –que a su vez ocupa lugares marginales dentro de una producción cultural cada vez más dedicada a la alimentación de una sociedad espectacular.



Bajo la inspiración del que pasa por el último de los proyectos vanguardistas con pretensión efectivamente integral –la actividad de la Internacional Situacionista-, Cadáveres, de Sergio Madrid (Valparaíso, Ed. Cataclismo, 2007), muestra decididamente una cualidad de reivindicación, desde esa especial micropolítica que se despliega al asumirse la apertura del telón del espectáculo. Pienso en esto desde el mismo título, cuyo nombre recuerdo que alguna vez fue El Cadáver que Anda: ¿eco acaso de la segunda tesis de La Société du Spectacle (1967): el espectáculo como la inversión concreta de la vida, movimiento autónomo de lo no viviente?



Para los que se pierdan: partamos de que el capital ha cumplido su vocación de humo cristalizando en imagen, y que su ya conocido rol de dominación se ejerce desde un gigantesco teatro del cual somos –ustedes que escuchan, nosotros que hablamos, el local que nos acoge- una suerte de comparsa marginal que alimentamos la ilusión como bomberos –pompiers, aquellos preocupados de las “bombas” de iluminación- o como sostenedores menores y precarios, obligados a pagar la entrada y mantenernos calientes y alimentados dentro con el trabajo de tramoyistas tras el telón. La imagen de este desolado teatro es más que elocuente para explicarnos el pesimismo que el mismo autor de Cadáveres ha presentado como característica fundamental de las páginas de este libro en la Advertencia previa a los textos: el optimismo / falsifica el mundo. Con esto, la poesía, primer y último eslabón de las disciplinas humanísticas -precisamente quizás desde la nata indisciplina de esa rara música primordial-, no da siquiera para una voz de coro, aunque pudiera dar la función de su fracaso como un fruto más del sistema –la decadencia como un nuevo valor de mercado, la espalda a los viejos ideales como una nueva máscara ciega y afirmativa del puro vacío en boga. En esto, creo que Cadáveres da la nota discordante.



Me parece que es posible ver una poderosa reivindicación en el carácter íntimo de los poemas, en torno al restablecimiento de una unidad de la vida en su “vitalidad” –lo que es bastante más que una redundancia. Es difícil ver un libro con una tan marcada –arrogante, se diría- presencia del yo, en un momento inicial de rechazo a la posibilidad de hacerlo colectivo



tampoco hablo por los otros, no podría

soy hombre de mi tiempo, de eso

no siento orgullo sino pesar

al menos constato un imposible

¿cómo poder hablar por los otros?

¿acaso ellos hablarían a través de mí?

tonterías líricas, yo es sí-mismo

¡oh amplio cielo del mundo moderno, te convocamos!

una gran risotada es el cielo



LA RISOTADA DEL CIELO



Este abandono –que pasa desde esta exaltación a la malhumorada blasfemia contra el día en el poema homónimo, en que la más económica y acostumbrada medida de tiempo del mes cierra el texto con su posibilidad de abundancia- respondería bien y coherentemente en caso de que el programa de la escritura de Madrid se fundamentara en un principio doctrinario. Pero en esto, precisamente, se deja ver la rebeldía de un sujeto poético ante la posibilidad de una “procedimentalización”, objetivación que lo haga entrar a paso firme al mundo del comentario bajo el dintel de la biblioteca. La poesía –como “movimiento revolucionario del lenguaje”, que dijera Debord-, no podría dejar pasar tal estagnación en la obra de Madrid, siguiendo desde ya la estela de Lautréamont. El pleno derecho del Hombre pasa en un segundo momento a desplazarse al pleno derecho del individuo a la plenitud de su vida, lo cual paradójicamente hace pasar el ánimo de los textos bajo este signo distintivo hacia un alborozo consciente y polemista:



atrás la torpe melancolía, es a ella

a quien lanzamos los dardos del espíritu

para ser libres como quien rompe piedras



UNA FORMA DE DESAPARECER



Donde, como se ve, el espíritu es capaz de renacer desde el enajenado vacío de una antropología caduca en la forma de una fuerza puramente dinámica y agresiva –reactiva- de liberación.



Pero, ¿no será obvio que dada esta tensión emocional, el trabajo netamente centrado en la palabra debe hacerse trascender hacia la poesía hecha vida, forzada a saltar desde la página a la acción? La nueva paradoja de esta vanguardia de retaguardia obliga a considerar la paradoja como una suerte de anti-procedimiento, una suerte de seguro anti-programático que limita incluso la premisa de una posible performática. Es en este sentido que el asumir una forma poética que desde la misma nada que decir resuelve quedarse en el balbuceo de la poesía escrita y en papel, es también una forma de habitar una crisis más que sencillamente ignorarla o evitarla. Es el sello de la adscripción a una poesía moderna, marcada por lo que yo llamaría la caída del humanismo, y el autor a secas, la falsificación, con respecto a la disolución de la vida, en la deriva seudoprogramática à la Lautréamont que el autor denomina La esperanza disfrazada: composición aforística sobre la época.



Así es como no hay que creer en el proclamado pesimismo del autor desde la simpleza de la mirada sencilla. Como poetas, sabemos hace tiempo que el estado poético, en su patología ancestral, trasciende el ánimo –canto porque el instante existe / y mi vida está completa, / no estoy alegre ni estoy triste: / soy poeta, dice Cecilia Meirelles en el poema Motivo, del 38-, y la exaltada vitalidad –no exenta de melancolía, en un claroscuro que exige un lector consciente- del poema Fraternidad, lo confirma. El privilegio del final para este texto de notoria vivencialidad directa, rebajaría múltiples valores que podría tener el poemario, si no saltara de esta forma a la vista la inquietud que asume el lugar de programa o doctrina, dirigido hacia el lector como una provocación, como un ajuste de cuentas. La vindicación de un momento previo a esa escisión del yo que supone la “vida moral”, la “humanidad plena” en la integración a la sociedad –significativamente invocada desde una cruel indolencia que no se deja confundir con la “inocencia”-, es, creo, un dardo a ese lector que si hubiera realizado / un diez por ciento de lo que leyó,



los autores hubieran sido más felices

y no se les hubiera exigido

ser víctimas de su canto.



LA SEPARACIÓN CRÍTICA



No a medio camino, sino que en un más allá de la tragedia o la celebración, en una posición peligrosa y asumidamente personal, la apuesta de Madrid en Cadáveres sella un arco en su obra, tras El universo menos el sol y Elegía para antes de levantarse, señalando una etapa en su creación. Una poética afirmativa al mismo tiempo que inquisitiva, que aún desea responder inquietudes colectivas del ser humano desde el individualismo más concentrado, asumido y realizado, y que se resiste desde la paradoja o la contradicción abierta a ese nombre engañoso: la madurez. Déjenme preferir la palabra actualidad: dura menos tiempo, da más vértigo, y respira mejor.



















Sergio Madrid S. (Iquique, 1967) Poeta, estudió Castellano en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

En 1988 obtuvo la Beca del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda.

Ha publicado colectivamente Retaguardia de la vanguardia, 1992; Los novios de Ariadna, 1993 y Melancoholía, 2003. Textos suyos han aparecido en diversas revistas nacionales como extranjeras y en antologías en las que destacan El mapa No es el territorio: antología de la joven poesía de Valparaíso (Fuga 2007) y Antología de poetas porteños (Revista Aerea, recopilación y estudio crítico de Carlos Henrickson)

De forma individual ha publicado los libros Voz de locura, 1988; El universo menos el sol, 2000, Elegía para antes de levantarse, 2003 y Cadáveres en 2007. Y la trilogía titulada El Universo Menos el Sol.

En 2008 obtuvo la Beca a la creación literaria que entrega el Consejo nacional de la Cultura y las Artes en la categoría profesional y en el género Poesía con un trabajo que aún s encuentra inédito.

Actualmente ejerce docencia en el Instituto de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
























[ sigue leyendo ]

Lanzamiento en valparaíso de El universo menos el sol

El día 29 de abril de 2010 presentamos en Valparaíso el libro EL UNIVERSO MENOS EL SOL del poeta Sergio Madrid, a las 21 horas en el Salón Rojo de La piedra feliz.
La presentación estará a cargo de Alfonso Iommi y en la música la actuación del grupo Arenal.



invitan:
La Piedra feliz
Instituto de Arte PUCV
Editorial FUGA!

se ofrecerá vino de honor. Entrada liberada.
[ sigue leyendo ]